viernes, 31 de enero de 2014

Regresa Ahora es Nuestra la Ciudad en formato diario

El magazine Ahora es Nuestra la Ciudad regresa el primer lunes de febrero a partir de las 21 horas por FM Identidad 92.1 (www.fmidentidad.com).

En el nuevo ciclo, tercero en la emisora independiente, el programa conducido por Luis Gasulla, saldrá al aire de lunes a viernes. Acompañado por Sebastián Turtora, Flavio Meli y la participación especial de Clarisa Ercolano, el programa de actualidad política, promete más sorpresas y entrevistas irreverentes. En el 2014, Ahora es Nuestra la Ciudad incorporará a José María Stella, uno de los creadores del blog que dio que hablar durante el año pasado: Eliminando Variables. Stella promete desnudar los contratos y licitaciones firmadas en el gobierno nacional y destapar varios escándalos de corrupción que dejarán al oyente boquiabiertos. Además, el abogado Pablo Torres Barthe orientará a los seguidores del programa sobre cuestiones legales y las contradicciones del sistema actual de gobierno. Eduardo Zamorano continuará sus columnas de política y economía internacional. Los Expedientes Turtora prometen regresar con gloria y Meli ofrecerá información económica.

Ahora es Nuestra la Ciudad Lunes a Viernes 21 horas por FM Identidad 92.1

martes, 28 de enero de 2014

La Argentina del embrague

Rolo Villar suele dar en la tecla: ¿Sabés como le dicen al gobierno?, le preguntó a Marcelo Longobardi una calurosa mañana de enero en Radio Mitre.”Embrague. Primero mete la pata y después hace los cambios".

En lo que va del 2014, el kirchnerismo ha sepultado lo que quedaba en pie de su relato. Sin embargo, continúa siendo una maquinaria infernal de fabricar informaciones para desviar la atención de la ciudadanía. Cristina se hizo desear y reapareció para presentar un programa destinado a los jóvenes NI NI que no pareciesen formar parte de su Argentina imaginaria. ¿Cómo es posible que cientos de miles de jóvenes que no trabajan ni estudian recibirán 600 pesos mensuales en la Argentina kirchnerista en que la desocupación, al menos en el cuentito que se memorizaron sus seguidores, ha dejado de existir? Según el INDEC, por ejemplo, en Resistencia, Chaco, la pobreza es cosa del pasado. En ese contexto, en el que el gobierno nacional se ha convertido en perro que se muerde la cola, día a día, el dólar volvió a ser la preocupación más importante de una parte de la sociedad argentina. La otra, menos presente en los medios pero no por ello menos numerosa, apenas intenta sobrevivir con una inflación galopante. Así es: galopante –para que el lector no se enoje como en otras ocasiones- tiene que ver con el andar de un caballo que, cuando arranca, acelera su velocidad sin saber hasta dónde llegará. Esto no se compara con la hiperinflación pero sus efectos, reales y psicológicos, empiezan a ser los mismos: incertidumbre, temor, pánico, desocupación y desinversión.
 
Mientras tanto, el joven Axel Kicillof amenaza con convertirse en el peor ministro de Economía de la historia argentina. En principio, el más bocón, aún peor que Domingo Cavallo. No conduce ni al metrobús del PRO que tiene una sola vía, ni siquiera el triciclo de mi pequeño hijo. Los ministros y secretarios se desdicen en público. Si antes, el kirchnerismo se especializó en retrucar los dichos de la oposición, hoy se atacan entre sí como si estuviesen discutiendo quien sale primero del bunker en que los metió la Presidenta hace un tiempo. Atención lector, vuelva a ver el film “La Caída”.
 
Pero, en un punto, todos los gobiernos –más aquellos que hermanen en el poder tanto tiempo- dejan una impronta en la sociedad. Forman un sistema de valores o disvalores, un inconsciente colectivo e incluso una oposición ideal. Comentaba un militante radical que al alfonsinismo se le contrapuso la renovación peronista como forma de hacer política opuesta a los cajones prendidos fuegos y a los matones de antaño. En los noventa, la frivolidad menemista fue vencida por la honestidad de un hombre que, por debajo, escondía a los jóvenes sushis. El establishment comunicacional argentino señala que la única oposición al kirchnerismo con posibilidades de gobernar este bendito país son, dos hombres que consolidaron su poder en su seno: Sergio Massa y Daniel Scioli. O sea, al kirchnerismo sólo lo podría vencer alguien que conoció los pro y los contra de esa metodología política. Es la ratificación de que los únicos que podrían gobernar son los peronistas, devenidos en partido único, capaz de conservar los grandes negociados, establecer la paz social y dejar al país en llamas en un santiamén, sin ponerse colorados. El conservadurismo social, abruma. La Presidenta se hace odiar mientras que sus antiguos socios afianzan sus chances de gobernar el país. Paradójico. Es como crear el anticuerpo necesario, segundos antes de caer al abismo, para reconvertirse en otra cosa, aunque sea la misma. Si Scioli parece un kirchnerismo con cara lavada y con la capacidad de dialogar para abrir el juego entre los cientos de empresarios, sindicalistas y periodistas heridos en el combate, el massismo se asemeja a la impronta del “vamos por todo” del primer Néstor Kirchner del 2002/2003. El sistema se prepara para hundir y resurgir como el ave fénix, como en el 2001. Como cada diez años. Mientras tanto, otra generación de argentinos, siente que se perdió otra oportunidad de un país grande. Y otra generación, nació en el menemismo / kirchnerismo. Para ellos, la política es esto que, como la naturaleza misma, forma parte del quehacer cotidiano y no se puede ni se quiere cambiar. Aunque, a veces, la paciencia se termina. Y ahí sí que otra es la historia. En ese caso, la oruga ya no se convertirá en mariposa.
 
Publicado en Tribuna de Periodistas
Por Luis Gasulla
@luisgasulla

Elia Espen: “No pertenezco a las Madres de Plaza de Mayo de ellos”

Tiene 82 años. Dice lo que piensa, le moleste a quien le moleste. Se llama Elia Espen, es Madre de Plaza de Mayo, y suele apoyar los reclamos de los trabajadores, marcha, religiosamente, todos los miércoles, con un grupo de jubilados que exigen el cumplimiento del 82% móvil y fue investigada en el famoso Proyecto X. En el 2012, por aparecer en actos con partidos de izquierda, asegura que la echaron de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Sentada en la mesa de un bar, ubicado a metros del Congreso de la Nación, Espen recuerda con tristeza el día en que se lo llevaron a su hijo Hugo, un joven de 27 años, estudiante de arquitectura de la Universidad de Buenos Aires y militante del PRT.
¿Le sorprendió el ascenso del General César Milani?
Pienso que el gobierno busca una amnistía encubierta y lo tienen a Milani por si acaso, por las dudas. Haberlo puesto a Milani es una cosa como decir “no nos van a tocar porque va a salir el ejército a defendernos”. No pueden salir a defender personas de los organismos de derechos humanos –se refiere a Hebe de Bonafini- a Milani que dice que por ser joven no sabía. ¿Y Alfredo Astíz que era? También era joven, pero el traidor se metió entre nosotras y así hay tres madres desaparecidas. Ser joven no justifica nada, lo que valen son los hechos. Hoy tenemos a Sergio Berni, a Milani, y a Alejandro Granados, ¿estos son los que defienden los derechos humanos?
¿Qué opina de la política de derechos humanos durante los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner?
Siempre digo lo mismo, que esta política fue impulsada por un matrimonio que estaba en Santa Cruz haciendo los negociados que hizo. En esa época, cuando las Madres eran atacadas y perseguidas, ellos –como defensores de los Derechos Humanos- nos hubieran mandado una esquelita muy chiquitita, que decía “los Kirchner estamos con ustedes” pero no los conocíamos y tampoco lo hicieron. Cuando vieron la oportunidad de llenarse de plata, se juntaron, habrán pensado que estas taradas –por las Madres- las podían engañar de la forma que quisiesen. Siempre hicieron las cosas en beneficio propio y el que opina distinto, lo dejan a un lado. Se olvidan que respetar los derechos humanos es también cuidar a las personas que no tienen trabajo, educación, salud, que los jubilados estemos ganando bien y no que la defensora de los derechos humanos –por Cristina- nos haya vetado el 82% móvil.
Ha apoyado a los petroleros de Chubut, a los trabajadores despedidos de Kraft, a los jubilados y ha participado en incontables marchas, ¿la sociedad acompaña? 
La sociedad no se compromete mucho. Algunos chicos, la juventud, un grupo de políticos que nos acompañan. Pero viajo todos los días en el tren Sarmiento y observo que la gente está cansada, trabaja todo el día y se preocupan por sus cosas. Lo entiendo. Pelean por su supervivencia.
¿Alguna vez estuvo en Casa Rosada? 
Nunca me invitaron, fui una vez por los detenidos uruguayos que los querían extraditar y fuimos a impedirlo. Estaba con Adolfo Pérez Esquivel. Entramos, esperamos, nos sentamos para presentar la carta. Cristina no nos recibió, vino un secretario que nos dijo que la carta llegaría a Presidencia pero jamás nadie nos contestó. Con los trabajadores de Kraft también fuimos en una camioneta a Olivos, tampoco nos atendió. Volvimos y nos metimos en las rejas de la Casa Rosada, yo con el pañuelo. En ese momento estaba en sus oficinas. Le queríamos explicar qué estaba pasando realmente en Kraft. Ni las rejas pudimos pasar. No soy de las Madres de Plaza de Mayo de ellos
¿Hay diferencias entre las Madres cercanas al gobierno y otras, críticas, como usted?
Totalmente. Me gustaría mirarla a la cara a Cristina y decirle un montón de cosas. Educadamente, sin insultos. Pero nunca tuve esa oportunidad
¿Qué le diría?
Que piense, que piense mucho. Que acá no se trata de favorecer sólo a los amigos y parientes sino que hay 40 millones de argentinos. Que todos tienen los mismos derechos. Le diría que se fije por lo que está pasando Félix Díaz, que a los qom los están matando en el norte, que lo escuche.
¿Por qué otros referentes de las organizaciones de derechos humanos están enamorados de este gobierno?
No sé como encontrar la palabra justa para no ofender a nadie.

¿Puede decir lo que piensa con libertad?
Yo lo digo.

¿Le trajo consecuencias?
Me han echado de Línea Fundadora, me ha dejado mucha gente de hablar pero no me importa. No me iré de este mundo sin decir lo que pienso.

¿Molestó que se junte con partidos de izquierda?
Molesta estar en la calle. Pero este gobierno no defiende a los trabajadores y tiene desaparecidos y no los menciona, como Luciano Arruga, Jorge Julio López. El ocultamiento del crimen de Paulina Lebbos, ¿no tienen nada para decir?

¿Qué significa el pañuelo blanco que lleva puesto? 
Un santuario, algo sagrado. Yo le di mi pañuelo a una chica, Vicky Moyano, nieta recuperada que sufrió un montón, que pasó por todo. Entonces se lo di a ella en un acto por Trosky como homenaje a todos aquellos que están en la lucha. Jamás se lo daría a Aníbal Fernández (en diciembre del 2013, Hebe de Bonafini le entregó su pañuelo blanco al senador del Frente Para la Victoria, el ex intendente de Quilmes por ser “un genio”).

¿Hace mucho que no ve en persona a Hebe de Bonafini?
Hace añares que no hablamos. En la separación de 1986, una de ellas, Juanita –por Juana Meller- con quien hablábamos mucho, me pidió que me quedara con ellas, que me harían bordar el pañuelo. Por suerte me fui a Línea Fundadora. Te repito, no quiero que mis hijas y nietas me digan el dia de mañana que no hice nada, que no estuve en la calle luchando sino detrás de un escritorio juntando papeles y plata.

¿Qué país sueña?
Quiero un país donde pueda caminar, no mirarnos con odio, porque este gobierno consiguió eso, enemistar a todos los que piensan distinto. Podes ser comunista, peronista, radical, socialista, de derecha, lo que quieras, pero hoy no es así. Que haya trabajo y libertad de expresión, en serio, dejando de lado las banderas partidarias. Lo tenemos que conseguir entre todos, la unidad es lo importante. Eso quería mi hijo, Hugo. “Yo sé que habrá que pelearla mucho pero lo conseguiremos” me dijo días antes del 18 de febrero de 1977 cuando se lo llevaron. Era sábado, temprano, en nuestra casa de Flores, en Páez y Boyacá. Hugo me contaba que desaparecían compañeros de la facultad, ahí le dije “¿Por qué no te vas del país?” “Yo me tengo que quedar, tengo que estar acá”, me respondió con sus 27 años. Ese día, perdí mi oído derecho por los golpes que me dieron. Tiempo después me contaron lo que le habían hecho a Hugo, las torturas y los vuelos de la muerte. El día que conocí a Azucena Villaflor, cambió nuestra vida. Ella sabía muy bien cómo organizarse. Ella nos decía a qué iglesias ir para buscar ayuda. Ese año, me tocó ir a la iglesia Britania, en Medrano y Sarmiento, poco antes de que desaparecieran a las madres. De repente, un muchacho se acercó y nos dice: ¡Te tenés que ir! No sé si habré hecho bien en irme. Pero no estaría acá contando la historia de mi vida.
Por Luis Gasulla
@luisgasulla
Autor de El negocio de los derechos humanos